Educación de calidad
En el debate originado por el movimiento estudiantil por la calidad de la educación se han abierto múltiples interrogantes.
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Olga Feliú
En el debate originado por el movimiento estudiantil por la calidad de la educación se han abierto múltiples interrogantes.
La primera dice relación con quien debe impartir educación y quien financiarla. La educación puede ser impartida por el Estado y financiada por él mismo; o ser impartida por los particulares y financiada por ellos –dando lugar a la educación particular pagada- o por particulares y costeada con recursos fiscales.
La educación que toma a su cargo el Estado, debiera siempre darse en forma descentralizada, esto es, las decisiones relativas a los establecimientos educacionales debieran adoptarse en el mismo establecimiento o en un lugar próximo a él. Sólo así puede hacerse realidad que las actuaciones de los establecimientos educacionales puedan ser cuestionadas por todos los intervinientes en el proceso: los padres o apoderados, los profesionales de la educación y los alumnos.
Cuando hoy se plantea el Estado docente y se rememora el pasado, no se sabe -por los jóvenes- y no se recuerda por los mayores, la orfandad en que trabajan los establecimientos fuera del Area Metropolitana. Las peregrinaciones que se debían hacer al Ministerio de Educación para obtener cualquier cosa, hasta la entrega o reposición de una estufa en el invierno, la que por cierto llegaba para las vacaciones de verano. No existía con ese sistema ninguna posibilidad real de cuestionar o reclamar por el proceder de un establecimiento educacional público ante el ministerio.
Actualmente, la educación se imparte por el Estado se lleva a cabo a través de los municipios, que son parte del Estado. Si no han sido aptos y exitosos todos los municipios para impartirla, procedería ayudarlos a su mejoría. Pero en esta materia hay que tener prudencia y examinar bien los antecedentes. Numerosos municipios tienen excelentes establecimientos educacionales, cuyos mayores costos financian ellos mismos. Por mencionar sólo dos: Providencia y Peñalolén.
La situación de los colegios particulares subvencionados, con fines de lucro requiere especial atención.Su existencia, próxima a cumplir 100 años, está asegurada constitucionalmente. Así lo ha sostenido el Tribunal Constitucional.
Atendido lo expuesto resulta preocupante la aprobación de la idea de legislar recaída en un proyecto de ley que prohibe el aporte estatal a los colegios con fines de lucro.
Ante las movilizaciones vigentes cabe tener presente que quienes representan a los estudiantes movilizados deben tener en claro que su petitorio definido no puede aspirar a que sea aceptado ciento por ciento y con las medidas exactamente pedidas. Igualmente, tanto la ciudadanía como los estudiantes deben esperar la mayor rapidez en la presentación y aprobación de los proyectos de ley pero no a que éstos se aprueben sin el estudio y análisis que ellos requieren.
Ambas partes deben admitir que si bien existe consenso respecto de las metas sobre la calidad de la educación que se pretende, hay diferentes caminos para lograrlo y que es tarea de los expertos y representantes legítimos del pueblo su análisis y aprobación.
Pretender por parte de los peticionarios movilizados que para deponer los movimientos se requiere acceder a todo lo pedido, en la forma solicitada, es considerar que el país se ha convertido en rehén de las movilizaciones.
Un aspecto fundamental que deben tener presente las autoridades y los peticionarios es la situación de los estudiantes y sus familias para quienes la pérdida de un año escolar puede ser decisiva en su vida futura. Frente a un dirigente que declara que no le atemoriza la pérdida de sus estudios por un año, hay miles de familias que ni siquiera tienen la opción de así considerarlo.
Resulta difícil pensar que no habrá acuerdo en la mesa de diálogo porque hay una realidad presente. Los estudiantes han tenido éxito en su petitorio: mejorar la calidad de la educación y dar equidad en el pago. Nadie sostiene hoy, algo diferente. Sólo falta definir los caminos precisos para obtenerlo, ellos son complejos y con alto contenido técnico, no comprenderlo, es obstinación.